GABRIELA MISTRAL
Como escuchase un llanto, me paré en el repecho
Y me acerqué a la puerta del rancho del camino.
Un niño de ojos dulces me miró desde un lecho
¡Y una ternura inmensa me embriagó como un vino!
La madre se tardó, curvado en el barbecho;
El niño, al despertar, buscó el pezón de rosa
Y rompió en llanto… Yo lo estreché contra el pecho
Y una canción de cuna me subió temblorosa…
Por la ventana abierta la luna nos miraba.
El niño ya dormía, y la canción bañaba,
Como otro resplandor, mi pecho enriquecido…
Y cuando la mujer, trémula, abrió la puerta,
Me vería en el rostro tanta ventura cierta,
¡Que me dejó el infante en los brazos dormido!
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